Un día empecé una carrera en una
universidad prestigiosa., Soñé con tener una columna de opinión en un medio
opositor, un programa de radio y un blog con millones de seguidores.
Abrí los ojos 8 años después y miro a mi alrededor. El blog se quedó en los mismos cinco familiares y amigos que me leen aunque publique cada 10 años. (Los amo) El programa de radio y la columna de opinión. Bien, muchas gracias, pero ahora no. Otro día.
Abrí los ojos 8 años después y miro a mi alrededor. El blog se quedó en los mismos cinco familiares y amigos que me leen aunque publique cada 10 años. (Los amo) El programa de radio y la columna de opinión. Bien, muchas gracias, pero ahora no. Otro día.
Ahora que lo pienso, también
quería tener una banda, un posgrado y un abdomen plano.
(…)
De todas maneras, que tire la primera piedra aquel que logró ser el fiel reflejo de lo que se imaginó a sus inmaduros 17. (Y que se siente a tomar una cerveza conmigo y me cuente como hizo.)
Sí. Está bien. Logré vivir en
otro país, y no solo en otro país, sino en el país que había soñado de chica, y
que a pesar que resultó ser muy diferente al edén de rocknroll que había
imaginado, sigue siendo el lugar que amo y que hoy considero mi hogar. Era
obvio que no todos iban a ser Julio Cortázar. Mala mía.
Las cosas no están bien. Para
nada. La vida no es fácil y yo hasta ahora había tenido el beneficio de que los
obstáculos me pasaran de costado gracias a la ayuda infinita de mi familia.
Ahora no. Ahora soy yo contra el mundo. Yo contra una ciudad caótica y dividida,
en la que me sigo perdiendo. Yo contra un desafío laboral que me desborda. Yo
contra la distancia y la nostalgia de los días seguros y felices en esa
entelequia que suelo llamar Medellín.
Esta vez soy yo contra el miedo.
Esta vez soy yo contra el miedo.
Lo que hasta ahora nunca me
pregunté es. ¿Y qué pasa si gano?
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