lunes, 23 de noviembre de 2015

Nudos

Quiero pensar que todo lo que está pasando es sólo el preámbulo de algo mejor que está por venir pero que aún no logro ver con claridad. 
A los 18 años, soñaba esta vida. Buenos Aires. Y ahora que lo logré se me fue de las manos. La estoy perdiendo y siento que no estoy haciendo lo suficiente para recuperarla. 

Espero en un mediano plazo, poder disfrutar aunque sea un poco, los frutos de todo el esfuerzo de estos años y mirar en perspectiva estos días de incertidumbres y mareos, con una sensación de tranquilidad en la boca de la panza. Creo que me olvidé como se siente. 


¿Acaso es tan difícil que las cosas salgan bien? ¿Cuántos obstáculos deberían presentarse? ¿Necesito empezar a valorar más las cosas que tengo en lugar de estar pensando todo el tiempo en las que me faltan? O al contrario, ¿este descontento se va a convertir en el motor del cambio que necesito? 


Admiro mucho a la gente que logra  ordenar sus ideas y aprovechar las crisis como oportunidades para crecer. Yo por ahora, no logro encontrar el camino. Y entre más lo pienso, más difícil se me hace, más perdida me siento y más puertas se me cierran en la nariz.
No saco nada escribiendo estas líneas y mucho menos publicándolas. Solo necesito hacerlo porque sí. Aunque se que ya no escribo como antes, que ya no me leen como antes y mi vida está tomando un rumbo que no me interesa. Pero todavía no sé como salir de ahí.


Sé que no estoy sola. Sé que tengo al lado (cerca y lejos, pero al lado al fin y al cabo) a un montón de gente que no me va a dejar caer. Pero la batalla conmigo misma solo la puedo ganar yo. El nudo en la cabeza solo lo puedo desenredar yo. 


No creo en la suerte y no sé si creo en dios. Si existen, no los siento de mi lado y me muero de envidia de la gente que tiene fe. No sé si en Dios, no se si en ellos mismos, pero puta que ayuda a salir adelante y puta que me hace falta mí. Porque sé que la vida se la va labrando uno solo. Pero ahora me agoté de patalear y necesito que alguien me ayude a llegar hasta la orilla, porque no me quiero ahogar.






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